TRAIGAN ALGUNOS PESCADOS DE LOS QUE ACABAN DE PESCAR.

 

TRAIGAN ALGUNOS PESCADOS DE LOS QUE ACABAN DE PESCAR.



En la Octava de Pascua, cada día la Liturgia de la Palabra nos dice que la Obra de Jesús no terminó en la Cruz, ha retomado su camino y ahora continúan los Apóstoles la Obra redentora de Cristo. El Destino y la Misión de Jesús son el mismo que el de los Apóstoles, hacen milagros y son perseguidos.

Durante la Octava cada día nos presenta una de las apariciones de Jesús para reafirmar que Jesús, el que murió en la Cruz ha resucitado y ha sido constituido Señor y Mesías. Con toda claridad nos confirma que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías, la Resurrección, y por lo tanto, hay Vida eterna, y por ende habrá un Juicio.

 

El Testimonio de los Apóstoles.

En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados porque los apóstoles enseñaban al pueblo y anunciaban la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Los aprehendieron, y como ya era tarde, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente. Pero ya muchos de los que habían escuchado sus palabras, unos cinco mil hombres, habían abrazado la fe.

Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y cuantos pertenecían a las familias de los sumos sacerdotes. Hicieron comparecer ante ellos a Pedro y a Juan y les preguntaron: “¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho todo esto?”.

Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: “Jefes del pueblo y ancianos, puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos”. (Hechos 4,1-12)

El Kerigma es el primer anuncio apostólico.

Los Apóstoles proclaman el Kerigma con la fuerza del Espíritu Santo y con parresia: “Sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos”. Y sólo en su Nombre hay salvación bajo las estrellas del cielo. Porque Jesús de Nazaret es el único que ha muerto por nuestros pecados y ha resucitado para nuestra salvación.

El relato del Evangelio de san Juan.

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada. Juan 21, 1-3)-

Simón Pedro Juan, Santiago, Tomás, Natanael y otros dos discípulos, estaban reunidos, esto nos recuerda las palabras de Jesús: “Donde dos a otres están reunidos en mi Nombre, Yo estoy en medio de Ustedes (Mt 18, 20)- Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Unos son expertos en pesca, otros no lo son, pero todos se van, no por solidaridad, sino por amor. Trabajan toda la noche y no consiguen pescar nada.

Al amanecer Jesús se les aparece. Esto nos recuerda a san Pablo que nos dice: La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. (Rm 13, 12)-

Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?” Ellos contestaron: “No”. Entonces él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados. (Jn 21, 4-6)- En la obediencia a la Palabra de Cristo resucitado es el resultado de la pesca milagrosa. 

El ojo de Juan es el que ve a Jesús: Es el amor lo que nos descubre al Maestro.

Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.

Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado. (Jn 21, 7- 13)-

El pescado es el símbolo del sacerdocio, lo que podemos interpretar las palabras de Jesús: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Del resultado de la pesca habrá nuevos sacerdotes para la Obra del Señor. Eran 153 peces grandes, se dice que era el número de países que había en aquel tiempo, para enseñarnos que la Iglesia se formaría con gente venida de todas las naciones.

“Vengan almorzar” Se acerca a ellos y de sus manos salen el pan y pescado, signos de la Eucaristía.

 

Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos. El sentido teológico es fuertísimo: el testimonio de dos, era válido, pero, la tercera señal era fuertísima para descubrir la Voluntad de Dios. Lo que Juan está diciéndonos que Jesús es el “Hijo de Dios,” el Mesías que murió y que resucitó; hay Resurrección y hay Vida eterna y que Jesucristo es “Señor y es Dios” que se hizo hombre para salvarnos (Jn 20. 28)-

Si queremos entender las palabras de Juan, pidámosle al Señor que nos abra la mente y nos explique las Escrituras. Si queremos tener el ojo de Juan, el ojo del amor, pidámosle al Señor que nos dé una fe sincera, un corazón limpio y una conciencia recta para que de nuestro corazón brote la caridad, la paz y la alegría de la Resurrección. (cfr 1 de Tim 1, 5)- Si queremos amar y servir a Jesús pidámosle al Señor que nos dé un corazón pobre y sencillo (Mt 5, 3)-

 

 

 

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